Hace dos días, camino a mi casa y divorciado de mi música por haber
olvidado mí ipod shuffle, puse la
radio en mi celular y, jugando con el aparato, llegué a la estación de Radio
Capital, esa radio que tiene como cliché promocional: TU OPINIÓN IMPORTA.
Pensé que el tema de debate sería el reciente rechazo del Congreso de la
República a la Unión Civil. Pero no, no era el tema que se concentraba en los
estudios de la radio. El tema era otro, uno también polémico. Lo explico en
pocas palabras:
La Corte Interamericana de Derechos Humanos ─CIDH─ ha condenado al
Estado peruano al pago de $ 105, 000.00 Dólares a favor de la señora Gladys
Espinoza Gonzáles, por concepto de inmenizatorio, toda vez que dicha mujer fue
ultrajada sexualmente por efectivos policiales cuando fue aprendida.
Según se aprecia, esta noticia más allá de ser cuestionada, se vería
como una buena noticia. Pero el problema radica en que dicha señora se
encuentra purgando pena por haber formado parte del grupo terrorista MRTA. Así
es, la señora, a la que ahora el Estado peruano debe indemnizar, es una
terrorista que en la década de los ochenta y noventa torturó y mató a gente
inocente.
La cosa cambia. O al menos eso parece. ¿No?
Los dos periodistas de Radio Capital, Mariella Patriau y Jesús Veliz, eran los dueños del tiempo y recibían llamadas del público oyente quienes argumentaban contra la decisión de indemnizar a Espinoza Gonzáles. Así pues, varios seguidores de la radio comentaban que el Perú debía retirarse de la CIDH ya que no aportaba nada bueno y que al contrario, el billete para pagar a la terruca saldría de nuestros bolsillos. Y en efecto el fulano ese tenía razón, en parte. Pues el billetón gringo que recibirá la reclusa, saldrá de las arcas públicas, es decir, de los impuestos de todos los peruanos. Así, llamaron varios para criticar la decisión de CIDH. Es más, los mismos conductores, según ellos, diestros periodistas, se mostraban ácidos contra lo resuelto por la jurisdicción supranacional. Al grado de que Mariella Patriau señaló que era una vergüenza que el Estado deba indemnizar a una terrorista que causó tanto daño al Perú. ‘Se hacen ricos. Entonces yo también me volveré terrorista’, manifestó la articulista.
Es
ahí cuando mi paciencia se acabó al escuchar tanta estupidez junta.
Desgraciadamente no tenía modo alguno de poder comunicarme con ellos, de formar
parte de los radioyentes y poder dar mi opinión, pues, según su eslogan, importa.
Hay
un dicho muy cierto: ´la ignorancia es atrevida´.
Y
lo es.
Los
dos ‘profesionales’ radioconductores desde el comienzo estaban errados. Pues
comenzaban sus preguntar a los oyentes con: ¿Qué opina de que la CIDH ha
ordenado indemnizar a la terrorista con la suma de ciento cinco dólares?
Así expuesto, hasta yo me hubiese indignado. Pero lo que los
‘profesionales’ no sabían, o se hacían los burros, al igual que muchos radioescuchas,
es que una cosa no tiene que ver con la otra.
Por qué el titular de la noticia era:
«CIDH ordenó al Estado peruano pagar la suma de $105 mil dólares
americanos a favor de mujer que fue violada por policías».
¡Ah!, la cosa cambia totalmente.
Estos burros debían entender que la CIDH no está obligando al Estado
peruano a pagar dicha suma por LO MAL QUE ELLA HIZO cuando formaba parte del
MRTA, sino que era indemnizada por LO MAL QUE LE HICIERON cuando fue arrestada.
Que son cosas distintas.
En efecto, y según se dice la reclusa, hoy indemnizada, cuando la
arrestaron fue sometida a los caprichos sexuales de los oficiales que la
custodiaban. No sólo eso, sino que además fue torturada. Cuando la llevaron
ante el Juez penal, un tal César San Martín, quien hace poco sentenció al ex
presidente Fujimori, le explicó lo sucedido; que habían sido víctima de
estupro. Pero lejos de acoger la denuncia, el ex presidente de la Corte Suprema
de Justicia la República, minimizó el hecho y la sentenció a 25 años de cárcel,
y a una indemnización a favor de los deudos del terrorismo, ascendiente a 35
mil soles. Que, comparados con lo que ahora el Estado peruano debe pagar a la
reclusa, es una cachetada y un golpe bajo a las víctimas del terrorismo.
Hay dos puntos centrales:
1.-Si el Poder Judicial hubiese investigado, se
hubiese preocupado por la grave acusación de la terrorista, hoy día no
estuviéramos obligados a pagarle tal suma de dinero. Pero como a la que
violaron y torturaron era una terrorista, qué rayos. Seguro pensaron eso los
del Poder Judicial.
2.-Que el hecho de que la mujer haya sido una
terrorista, no nos da el derecho, a nadie, por muy autoridad que sea, de violar
sexualmente a una mujer, y menos hacerla torturar. La mujer hizo mucho daño al
Perú, cierto. Pero nos guste o no, nos duela o no, es una persona humana, y,
como tal, se encuentra protegida por todos los derechos inherentes a su
condición humana. Y eso nadie lo puede negar.
No hace falta ser abogado o una mente brillante para saberlo. Pero
parece ser que los ‘intelectuales’ de los conductores no lo sabían, o,
contaminados por la indignidad, se hacían los ignorantes. Lo que los convierte
en unos atrevidos.
Lima, 13 de marzo de 2015
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