No hay ser humano que
no haya pasado por una PRIMERA VEZ; todos lo hacemos. Ayer ¾ 10 de abril de 2013¾ fue la mía.
Tengo tres años como
abogado; he asistido a lecturas de sentencia (en lo penal), a informes orales
(temas civiles) y a una que otra Audiencia Única (tema de alimentos) pero nunca
antes había tenido una Vista de la Causa.
Algunos colegas, si es que leen mi tan burlado blog dirán que quizá ello no tiene nada de interesante y que, como
tienen también experiencia en el campo, fue una simple audiencia más. Bueno, en
lo personal fue una nueva experiencia, fue mi primera vez en ring de la Tercera Sala Laboral de Lima.
¿Asustado? Petrificado
estaba.
Si bien tengo
experiencia en cuanto al uso de la palabra y también creo tener cierto dominio
del escenario, no es lo mismo plantarse delante de los Vocales de la Corte
Superior de Lima, menos cuando tienen al frente a un mozalbete que viene a
hablarles de leyes y, sobre todo, de cómo tienen que sentenciar.
Con el debido respecto
a nuestros Jueces, no es lo mismo exponer en un juzgado que ante una Sala, y
menos si la Sala de Audiencias está
repleta de otros tantos abogados que también vienen a dar su discurso. Sientes,
como abogado joven, que te están escaneando de arriba abajo. Que cual hienas,
están esperando el mínimo error, el mínimo descuido para comerte vivo con sus
críticas y, por supuesto, hacerles más amena la mañana.
Al llegar al local
donde se encuentran las Salas Laborales, comencé a caminar por el pasillo. Repetía
una y otra vez en voz queda el discurso que brindaría. No quería hacer un
papelón y menos quedar mal conmigo mismo. Mi cliente no estaba presente. Era
una ventaja, pero no siempre se corre con esa “suerte”; en dado caso era una presión menos el no quedar mal
frente a quien deposita en uno la esperanza de salir invicto. Sabiendo que había logrado llegar antes de la hora, y
sabiendo ya mi discurso, traté de calmar mis ansias. No pude, y es que de pronto
me entraron una ganas de ir al servicio higiénico y poder librarme del líquido
retenido por los nervios o quizá por la cantidad de agua que bebí en el gym, pero ¡oh sorpresa! No hay servicios
públicos. O sea, los hay, pero no al servicio de los litigantes y menos a los
justiciables. Es decir, que no somos dignos de usas el mismo retrete que
nuestros jueces y vocales. O sea, jodido.
De la Sala de Audiencias salió una muchacha delgada
y de baja estatura ¾
'Viene para la Vista de Causa de la
Tercera Sala Laboral'¾ me preguntó, a la vez que colgaba en la
pared la relación de Informes Orales programados
para ese día.
¾Sí.
Al de las ocho y media¾ Me apresuré en contestar. En mi
garganta se ahogó el deseo de pedirle prestado el servicio higiénico destinado
a los Vocales.
¾ ¿Nombre?
¾Luis Carballo. Abogado de Procoba.
La parte demandada.
Acto seguido subrayó mi
nombre en una hoja donde venía la relación de los abogados que habían
solicitado el uso de la palabra. Al
retirarse la señorita, me asomé a la pared para ver el orden de expositores.
Era el tercero. ¡Genial! Eso me permitiría apreciar cómo veían y cómo trataban
los Vocales a los abogados.
¾Por favor. Los abogados que
tienen Vista de la Causa, apaguen o pongan
en vibrador sus celulares y sírvanse a pasar a la Sala de Audiencias¾
Ordenó uno de los vigilantes del edificio; esos que tienen ínfulas de cadeneros
de discoteca y que te miran por encima del hombro. Obvio, es el único momento en
que te pueden mandar a hacer algo, en este caso, apagar o poner en silencio los
celulares.
Al entrar me senté en
la última fila. El lugar despedía un olor ha guardado y a humedad. A la mano
derecha, esquinados, se encontraba la Relatora de la Sala acompañada supongo yo
por los respectivos especialistas de cada Vocal. En el centro ya se hallaba la
Presidenta de la Tercera Sala junto con otros dos Vocales, ellos formaban el Colegiado que escucharía nuestro pedido
(hablo por todos los abogados presentes). Sentado a mi izquierda se hallaba un
hombre de avanzada edad checando su agenda. Solo alcancé a ver varios
garabatos, nada interesante. A mi derecha se sentó un abogado joven. Yo estaba
nervioso, pero controlaba mi ansiedad. El de mi derecha, no. Estaba sudando
profusamente, su mano derecha no dejaba de temblar. Cargaba todo el expediente,
un tomo repleto de hojas sueltas. Me saludó y me dijo que había olvidado su cinta de abogado. Grave error para los
que tenemos que brindar un discurso jurídico:
¾Me prestas la tuya si me llaman
antes¾Dijo con voz tibia y temblorosa, como la de un niño descubierto por su travesura.
¾ Si claro. No hay problema¾ le dije en voz baja, pues la audiencia ya había iniciado.
¾ Si claro. No hay problema¾ le dije en voz baja, pues la audiencia ya había iniciado.
La Relatora de la Sala
comenzó a llamar al primer abogado. No estaba. Me jodí, uno menos. El pulso se
disparó, mi corazón latía tan fuerte que pensaba me daría un paro y todo se fastidiaría. La vejiga
comenzaba a exigirme un baño pero a la voz de ya.
¾Ilustre
Presidenta y Vocales de la Sala, a los justiciables presentes y a mis estimados
colegas, muy buenos días. Mi nombre es Luis Carballo, soy abogado. Es un enorme
placer estar presente ante tantos notables jurisconsultos que mi cuerpo se
estremece al saber que alguien como yo pueda estar compartiendo el mismo
escenario en un día tan maravilloso como el doy. Y, antes de continuar, y
pidiendo la dispensa por haber interrumpido las elocuentes palabras de nuestra
Presidenta, solicito se sirva vuestra Judicatura prestarme por breves momentos
el servicio higiénico para poder descargar en el toda la euforia que llevó
guardada en mis adentros desde hace más de veinte minutos. Sépase estimado
Colegiado, que no es nada saludable contener las necesidades propias de la
fisiología humana, ya que esta puede desencadenar en graves perjuicios a la
salud, tales como reflujo vesico-uretral, esto es, que la orina regresa a los
riñones, y pielonefritis, es decir, infección renal, entre otras tantas
consecuencias fatales para salud. En tal virtud, y amparando mi solicitud al
sentido común y en el artículo siete (derecho a la salud) de nuestra
Constitución Política, es que pido se me deje usar el urinario por un lapso de
tiempo que no excederá de dos minutos¾
No
no se puede negar que es un buen fundamento jurídico y científico, y
además comprobado. Pero... ¿Me habría hecho caso la Presidenta? ¿Se hubiera
apiadado de mi pobre vejiga a punto de reventar? Lo dudo. Con la cara de pocos
amigos que se maneja, tal vez me dijera:
¾Mire… abogado, acá se viene a
hablar; hacer uso de la palabra. No a mear. Así que… ¡aguántese!
Ni modo, a seguir
apretando las piernitas nomás. La Relatora se apresura y llama al siguiente
abogado. Tampoco estaba. Fui, soy el siguiente, y me meo, y no precisamente de
risa.
¾ Expediente
044-09. Productos y Construcciones Bastión. Tiene el uso de la palabra el
abogado defensor, el Dr. Luis Carballo¾
Precisó la Relatora con notorio nerviosismo al pronunciar mi apellido, y es que
muchos lo suelen confundir con Caballo, otros con Carabayllo, y hasta Carhuacho
me han llamado.
Me levanté pausadamente
e hace la señal de estar presente con mi mano derecha; la misma señorita que minutos me había preguntado si venía al Informe Oral, fue quien me dirigió hacia la
palestra. Estando allí, frente a la Presidenta y los Vocales, volteo de reojo a
ver a mis colegas. Todos me miraban, todos atento a mis palabras, todos
esperando el inició a la Audiencia.
La campanita amarillenta
y desgastada que se encontraba postrada en el centro la mesa fue tomada de
manera sutil por los regordetes dedos de la Presidente, quien tenía el cabello enmarañado
y un tanto opaca. Su mirada era fría y desafiante. En mí, todo comenzaba a
achicarse ¾bueno, no todo¾, la corbata me estrangulaba, el saco me
apretaba, la visión se me nublaba, mis parpados parecían las alas de un
colibrí, mi boca estaba seca, mis labios también, un sudor frio recorría mi
espalda. Mis piernas cascabeleaban. Luego sentí como si me hubiesen dando un
par de buenas bofetadas; mis cachetes estaban hirviendo. Y lo peor de todo, me
meaba.
¾
Dr. Carballo¾ dijo la Presidenta, y tintineando la
campanita, agregó¾:Tiene
el uso de la palabra por cinco minutos.
Primer Round:
¾Señora
Presidenta (me meo), señores Vocales, buenos días. En el año 2009 (me meo) el demandante, el Sr. Salem, interpuso una
demanda laboral contra nuestra representada; proceso laboral que se ventila en
el 18° juzgado laboral de Lima. En el año 2010 (…me…¡meo!) se declaró fundada en parte la demanda, y en
tal virtud, el demandante solicito una medida cautelar de embargo en forma de
inscripción sobre los vehículos de la demandada (mmm…)…
La Presidenta ni me
miraba, sus ojos, pequeños como canicas, estaban clavados en la mesa, supongo
yo que viendo mi expediente, ¿no? A su mano derecha estaba un Vocal; un hombre
de treinta y pico de años, de cara delgada y alargada, su cabello, aunque
engomado, pintaba algunas canas, su nariz era larga y ligeramente torcida hacia
la izquierda ¾ ¿Roncará al dormir?¾, vestía
un sastre color gris con una corbata color verde loro que era un claro atentado
al 'Lima Fashion Week'. Me miraba de
reojo y hacia anotaciones en una hoja.
No preguntó nada.
No preguntó nada.
¾La
sentencia fue apelada por nuestra representada¾continué¾, y en tal razón se elevó a la
Sala de su Presidencia. Con sentencia de Vista de 22 de junio del año 2011, su
Despacho declaró Nula la Sentencia emitida por el A-quo. Razón por la cual, una
vez devuelto el expediente, solicitamos la cancelación de la medida cautelar…
La Presidenta seguía
ignorándome. A su izquierda se encontraba la otra Vocal, con ella se formaba el
Colegiado que vio mi expediente. A diferencia de la Presidenta, su mirada era cálida
e inspiraba seguridad. Tenía el cabello bien peinado y en su rostro se
dibujaban ligeros retoques de maquillaje. Aunque también pasada de tamales, su voluminosidad le sentaba bien. En ella centré mi mirada.
¾Señor
Abogado, precise…¾ manifestó la Presidenta con tono
marcial. Su rostro tenía fastidio, su cienes notoriamente palpitaban, y con su
ceño fruncido, volvió a pegar ojo al expediente.
¿Cómo
que precise? ¾Pensé¾. Tengo el uso de la palabra por cinco minutos. No han pasado ni dos
y ya quiere que culmine. Además, le estoy dando una breve reseña del por qué no
encontramos acá. Cómo que precise…
¾Presidenta
(me
meo), lo que pedimos es que confirme la
decisión del A-quo en el extremo que decide cancelar la medida cautelar trabada
a nuestra representada. Pues teniendo en cuenta el carácter provisorio y
accesorio de las medidas cautelas, al ser declara Nula la sentencia, no se
cumple, además, con la verosimilitud del derecho invocado, requisito
indispensable para que se conceda una medida cautelar. Por lo que resulta
abusivo y arbitrario, que el demandante pretenda se mantenga vida dicha medida
cautelar cuando la sentencia que (…me meoOOOOOH!!) justificó la medida cautelar, ha sido declara Nula por su Sala¾
Precisé.
¾Muy
bien¾
Atinó a decir la Presidenta. Muy bien, así, a secas. Lo dijo sin mirarme la
cara. Luego agarró la campanita y la hizo sonar una vez más en señal de que mi
turno había concluido.
Al salir del ruedo hice
una pequeña reverencia con mi cabeza y pase a retirarme. No sé quién o quiénes
seguían luego de mí. Únicamente atiné a coger mi maletín y salir cual rayo de
la Sala de Audiencias con la finalidad de encontrar un bendito urinario. Lo
hallé. La juguería de la esquina fue mi salvación. Me costó cincuenta céntimos.
La menor inversión hecha de los últimos cinco años.
Lo valía.
Lo valía.
Como dije al inicio.
Quizá para terceros no sea importante, quizá lo consideren absurdo o tonto,
pero créanme que exponer un argumento jurídico, por minúsculo que sea, ante un
Colegiado, no es nada sencillo. Me gustó la experiencia, se aprende mucho,
desde cómo pararse, dirigirse, mirar, hablar y, sobretodo, a mear antes de ir a
una Vista de la Causa. Y bueno, para ser
mi primera vez, no estuve mal.
Lima, 11 de
abril de 2013.
Lo que me he reído leyendo esto jajaja...(me meo) jajajaja...que jodido es mearse y tener que aguantar.
ResponderEliminarMe encanta tu blog, Lucho!!! A partir de ahora lo seguiré, sin duda!
Por cierto soy Rocio (desde Spain) ...tomaquetomata! ole! jajaja