Hace una semana vi un
reportaje muy interesante, se trataba sobre el tamaño del pene. La pregunta de
entrada, de cortesía era: ¿El tamaño importa?
Según una reciente
encuesta realizada por cierta Universidad
Australiana, el tamaño promedio del pene en hombres latinoamericanos
es de 15 centímetros de longitud, ganándoles por un centímetro a los
orientales. Es decir, que el peruano promedio lleva entre sus piernas 15
centímetros de supuesta alegría.
¿Esto es cierto?
Yo no soy un experto en
la materia pero he decir, con cierta modestia, que la encuesta realizada no se
ajusta a la verdad. Y lo digo en serio. Y ojo, yo no ando pendiente del paquete
o bultos ajenos, claro que no; ello no es parte de mis menesteres como abogado o
aspirante a escritor. Pero debo decirlo: No es verdad. El peruano es un ser
aventajado. Hasta ahora no he conocido a un hombre con pene chiquito, a los
famosos chipi-boy o mani-boy. No sé en qué o en quiénes se
habrán basado dicha investigación, pero lo cierto es que el Perú vive puro pingón.
¿No me creen?
Verán, en mi familia la
mayoría son varones, prodigioso y [a]normales varones. Todos ellos dotados de
un buen paquete sexual cuya hombría, según parece y según dicen, está garantiza
al igual que el de ser buenos “amantes”.
Mis primos, por ejemplo, en reuniones familiares siempre sacan el tema del
tamaño del pene. Y hasta ahora, todos, sin excepción alguna, son laaaaargamente
y anchamente felices.
Si uno les dice, por
ejemplo:
¾Habla chipipapa.
¾¿Cómo
te va?, ¡pichicorto!
Ellos te responden:
¾«Tas
huevón. Cha´pasa. No te metas con mis diez pulgadas cabeza libre»
¾«Anda…
pichulasa, weón»
¾«Fuera
rctm. Hongazo…»
Son las respuestas que
nosotros los varones tenemos ante la tildada de ser penechico. Y sin ir muy lejos, pregúntenle directamente a un
caballero: ¿oiga, usted padece de microfalosomía, es decir, tiene un chicito como pene? Lo más probable es que tan humilde caballero te responda con una
ligera sonrisa diciéndote que no. Y que tan es así, que por su barrio lo apodan
el «Mr. 35» Es decir, el tío es todo un John Holmes (famoso actor porno de la década
de los 70s y 80s, cuya felicidad alcanzaba los 28cm, según me cuentan)
Desde que era niño
siempre escuchaba presumir a mis demás amigos, todos bordeando los trece años,
sobre “sus” bondades sexuales: entre
más penón, más hombre. Es decir que
en el supuesto de que un hombre tenga un pene cuyas dimensiones fueran menores que
las señaladas por la estudio realizado,
es menos hombre. Tan sencillo como eso. Punto, ni vuelta que darle. Por tanto, japoneses,
coreanos, sur coreanos, chinos…y así, todos jodidos.
Preguntome:
¿Qué tanto pueden
alardear unos mozalbetes de trece o catorce años sobre sus supuestas bondades
sexuales cuando ni siquiera han alcanzado la plenitud de su desarrollo físico y
mental?
Por eso razón es que no
entiendo el estudio que se realizó.
Nosotros, en virtud a lo antes dicho, deberíamos ostentar el primer lugar,
¿dónde está el trofeo? ¿Hay algún premio por ser aventajado? ¿No? Qué pene…digo,
qué pena.
Además, hay otro dato
científico y que se les ha escapado por completo a la universidad australiana,
y es que con ésta característica sí podemos concluir de manera fehaciente de
que el sudamericano, y más precisamente el peruano, es un Pinnnnocho de verdad.
Seguramente todas y todos lo hemos notado y no hemos caído en cuenta. Hagan
memoria…
¿Nada?
¿Seguros?
Bueno, les ayudo.
Los que tenemos la dicha
de viajar en colectivo muchas veces nos hemos topado con caballeros que ya
están ocupando uno de los dos asientos disponibles; ya sean estos sujetos
delgados, gordos, chatos, altos, feos o simpáticos, todos tienen algo en común ¾además del sexo, por supuesto¾, todos se sientan abriendo de par en
par las piernas. Juro. No es mentira, es más, quien escribe estas líneas
también lo hace. Es por demás incomodo estar sentado al lado de alguien cuyas
piernas se encuentran tan abiertas como un abanico en pleno verano. «La puta madre que te pario; tan grande
tienes la poronga la concha de tu hermana…» Dan ganas de decirles. Y es que
todos los varones nos sentamos de esa forma, quizá, como somos aventajados, nos da miedo, temor, pavor,
horror de asfixiar a nuestro gran
amigo.
Si el pene de un sujeto
NO es tan bondadoso como el de los demás aventajados, pues supongo que
encontrará la forma de “subsanar” tal detalle. Según las mujeres encuestadas,
la mayoría decía conformarse con un pilín
de 18 a 24 cm. Bajo ese rango, todos los nobles caballeros latinoamericanos
estamos fritos. Sin embargo, y según parece, no fritos del todo. Y es que como
les dije antes, hasta la fecha no me he topado con un sujeto que hidalgamente
reconozca ser pichicorto.
En dado caso, dicen que
el pez por su boca muere. Entre más se alardea, más triste es la realidad. Lo
cierto es que la hombría de un varón no se mide por el tamaño de su miembro viril.
Pues en ese sentido, si alguna vez me retan a un duelo ¿Qué hago? ¿Me voy a los
piñasos o me bajo los pantalones y así medir la hombría y la valentía que tengo
sobre mi oponente? Absurdo, lo sé. O en dado caso, de ser así, quienes deberían
juzgar tal virtud son la damas y nos los aventajados caballeros, y es que un
tema como este, no se puede ser juez y parte.
De pronto la discusión seguirá
y seguirá, y sin alusiones personales e impropias, seguirá por laaaargo rato.
Lima, 23 de mayo
de 2013.
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