viernes, 22 de noviembre de 2013

ESCRIBIDOR


 
 
 
 
 
 
La abeja susurra. El águila chilla. La alondra trisa. El becerro berrea. El borrego bala. El búfalo brama. El búho ulula. El burro rebuzna. El caballo relincha.  La cabra bala. El canario gorjea.  El carnero bala.  El ciervo rebrama. La cigüeña crotora.  El cisne vozna.  El cocodrilo llora.  El conejo chilla.  La cotorra habla.  El coyote aúlla.  El cuervo grazna.  El chancho gruñe.  El elefante barrita.  La gallina cacarea.  El gallo canta. El escribidor escribe.

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No es novedad lo que vengo gritando hace tiempo, hace buen tiempo: quiero ser escritor. Di el primer paso en enero de este año, he tratado de publicar como mínimo un artículo, cuento o historia en mi blog. He cumplido. Pero no todas mis publicaciones tienen el efecto deseado: que se lean. ¿Qué chiste tiene, pues, escribir algo sin que nadie lo lea? El blog me dice la cantidad de veces que ha sido leída una publicación. Y la verdad, las cifras desaniman hasta al más positivo. Tampoco me puedo quejar del todo, digo, de 333 amigos (contactos) que tengo en el Facebook, que me lean 35, es algo, ¿no?, ¿no? Fijo que sé quiénes me leen. En primer lugar están mis padres. Obvio, qué padre no ayudaría a su hijo. En segundo lugar están mis primos, no todos por supuesto, pero al menos me leen, que es importante. Codeándose en el segundo lugar está ella, que es mi tía, hermana de mi mamá, y que ahora está feliz de la vida porque tiene a su lado a él, a mi primo, que es un delincuente (lo siento, lo siento. No pude evitarlo. Jijiji).  En tercer lugar, mi esposa. Que nunca les da like ni comparte mis publicaciones (¿Vergüenza? ¿Pudor? ¿No le interesa?). Tampoco me incomoda ni molesta. Está en su derecho. De hecho, nadie ha compartido mis historias; no he visto por ejemplo que pongan «Ey, qué buena historia, léanla». En cuarto lugar, mis amigos, no todos, tampoco, y entre ellos quizá mis cuñadas y mis cuñados. Ante esta desolada situación, mi cabeza plantea dos hipótesis, quizás más, pero las fuertes son: (i) A nadie le gusta leer. Por eso ignoran por completo mis publicaciones. (i) Soy aburrido, y a nadie le gusta lo que escribo, o lo que escribo no es de interés. Las variantes son…no, no tengo variantes. Ahora bien, siendo que el blog anuncia la cantidad de veces que visitan mis publicaciones, me hace ir por la hipótesis número uno. Lo explico: si no me leen porque soy aburrido, o porque lo que escribo no es de interés, de todas maneras los 333 ‘amigos’ de mi FB deberían darle clic a mi link, y así quedaría asentado que 333 personas entraron a mi blog. Pero no. Sólo figuran las que realmente ven mis publicaciones, que en el mejor de los casos supera las 45 visitas. Y eso es “ganancia”. Ahora, tampoco todo es malo. Siendo que no soy una persona famosa ni destacada en el mundo ‘intelectual’, el sólo hecho de que me lea mi madre, sería más que suficiente. Pero, ¿lo es? Obvio que no, sino, no estaría escribiendo esto. De otro lado no creo que mis publicaciones sean aburridas, o no del todo. Prueba de ello fue una llamadita que recibí de una muy querida tía mía que hoy vive en Italia. Me llamó, y mientras lo hizo, no paraba de reír a boca de jarro. Sus carcajadas eran tan sonoras que tuvo que alejar de mi oreja el celular. «Estoy caminando por la calle y todos han de pensar que estoy loca, JA JA JA. Me has hecho el día, sobrino. Sigue así», me dijo. Para mí fue como recibir el premio Cervantes, o una estrellita dorada en la frente. Una de mis primeras publicaciones fue ´Qué es la democracia’. Fracasé totalmente. Doce visitas tuvo mi intento de ‘explicar´ qué es la democracia. Pero luego hice otra publicación, una menos ‘intelectualona’ y más cachonda. No, cachonda, no. Vulgar, sí, ‘vulgarona’. Publiqué ‘Perú. Tierra de aventajados’. Mi primer éxito. No sólo superé, por primera vez, las 36 visitas, sino que llegué hasta las 225. Ajá. Claro, a diferencia de fallido intento de explicar la democracia, ‘Perú. Tierra de aventajados’ habla sobre la obsesión que tiene el peruano (y quizá todo varón) con el tamaño de su parte reproductora, el pene. Por tanto, y como bien me dijo uno de mis primos, hablar de cosas sucias sí llama la atención. De otro lado, no todo el tiempo puedo estar escribiendo sobre pitos o huevos. Disculpen ustedes, me corrijo. No puedo estar escribiendo sobre genitales. Luego, una de las publicaciones que tuvo mayor ardor entre mis (sorry que lo diga, no es vanidad, pero es algo que todo escritor aspira) lectores fue ‘Juan Pedro’. Tuvo 123 visitas. Menos que 225, pero más de 36. No me quejo, me fue bien. Pero con esa publicación gané enemigos, ¡y qué enemigos! Entre ellos uno pelón, chato, y, según me dicen, muy panzón, con aires de matoncito de barrio. Pero esta publicación no cuenta mucho, pues fue leída por el mismo motivo que la que tuvo 225: MORBOSIDAD. Ahora, lo bueno es que me lean, ¿no? La que se lleva el primer lugar, y de lejos, es ‘Luis Miguel en Lima, The hits tour’. Obtuvo nada más y nada menos que 338 visitas, y avanzando. Pero acá tengo la ligera sospecha que ni mis padres me leyeron, sino, y nada más, los seguidores de Luis Miguel, quienes como yo, le dan like o pulsan la tecla cuando ven Luis Miguel en sus ordenadores. Al respecto recibí buenas críticas; todas, obvio, por los fans de LM. Aún siento que no he pegado del todo con mis ‘lectores’. Y eso a veces me cabrea, me desespera, me desilusiona. Sin embargo, y cuando estoy a punto de dejar el bote, pienso en mi Maestro Mario Vargas Llosa y en mi Maestro Gabriel García Márquez, y me digo que al inicio ellos eran como yo (sí, este…disculpen el atrevimiento por semejante comparación, pero del algo debo aferrarme), unos completos desconocidos que deseaban una cosa, y nada más: ser leídos. Y lo hicieron, y miren lo que publicaron, y miren dónde han llegado. Claro, claro, lo sé, lo sé. No voy a comprar ninguna de mis publicaciones con ‘Conversaciones en la Catedral’ o ‘Memorias de mis putas tristes’, ¿verdad? Qué insolencia la mía, de nuevo. Luego pienso que quizá no es lo mío, que  escribir es sólo un capricho. Que soy un pobre lenguaraz que cree que tiene algo que contar. Que soy un chismoso más que disfraza su lengua bajo el pretexto de ser escritor o escribidor. Quizá sea cierto. Pero, para bien o para mal, me encanta escribir. Y lo haré. Juro. Seguiré escribiendo pese a todo. Una vez soñé con ser abogado, se burlaron de mí. Y soy abogado. No el mejor ni el más talentoso (¿Quién decide qué Letrado es mejor que otro?, ¿un juicio ganado, una oficina en San Isidro, en Miraflores?) Y ahora quiero ser escritor, y así sea contra mi propia voluntad, lo seré. Demostraré que sí tengo historias que contar, y que sólo necesito una cosa, que me den la oportunidad de contarle mis historias. ¿Quién no tiene un sueño? Yo tengo varios (también tengo un primo que siempre tiene…sueño) Y muchos se han cumplido. ¿Quién no pide una oportunidad alguna vez? Un joven, desconocido por todos, sin un centavo en los bolsillos, sin tener donde dormir ni nada que lo amparé, vio una pelea de box, se iluminó y escribió una de las mejores historias del boxeo; la convirtió en película, y el film ganó el ‘Oscar’ a mejor película, mejor montaje y mejor director. Todos lo ignoraban, pero Sylvester Stallone no declinó. Yo tampoco declinaré. Pelearé para ser escuchado, o mejor, para ser leído.

 

Lima, 22 de noviembre de 2013.            

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