La abeja susurra. El águila chilla. La
alondra trisa. El becerro berrea. El borrego bala. El búfalo brama. El búho
ulula. El burro rebuzna. El caballo relincha.
La cabra bala. El canario gorjea.
El carnero bala. El ciervo
rebrama. La cigüeña crotora. El cisne
vozna. El cocodrilo llora. El conejo chilla. La cotorra habla. El coyote aúlla. El cuervo grazna. El chancho gruñe. El elefante barrita. La gallina cacarea. El gallo canta. El escribidor escribe.
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No es novedad lo que vengo
gritando hace tiempo, hace buen tiempo: quiero ser escritor. Di el primer paso
en enero de este año, he tratado de publicar como mínimo un artículo, cuento o
historia en mi blog. He cumplido.
Pero no todas mis publicaciones tienen el efecto deseado: que se lean. ¿Qué
chiste tiene, pues, escribir algo sin que nadie lo lea? El blog me dice la cantidad de veces que ha sido leída una
publicación. Y la verdad, las cifras desaniman hasta al más positivo. Tampoco
me puedo quejar del todo, digo, de 333 amigos (contactos) que tengo en el Facebook, que me lean 35, es algo, ¿no?,
¿no? Fijo que sé quiénes me leen. En primer lugar están mis padres. Obvio, qué
padre no ayudaría a su hijo. En segundo lugar están mis primos, no todos por
supuesto, pero al menos me leen, que es importante. Codeándose en el segundo
lugar está ella, que es mi tía, hermana de mi mamá, y que ahora está feliz de
la vida porque tiene a su lado a él, a mi primo, que es un delincuente (lo siento, lo siento. No pude evitarlo. Jijiji). En tercer lugar, mi esposa. Que nunca les da like ni comparte mis publicaciones
(¿Vergüenza? ¿Pudor? ¿No le interesa?). Tampoco me incomoda ni molesta. Está en
su derecho. De hecho, nadie ha compartido mis historias; no he visto por
ejemplo que pongan «Ey, qué buena
historia, léanla». En cuarto lugar, mis amigos, no todos, tampoco, y entre
ellos quizá mis cuñadas y mis cuñados. Ante esta desolada situación, mi
cabeza plantea dos hipótesis, quizás más, pero las fuertes son: (i) A nadie le gusta leer. Por eso ignoran por
completo mis publicaciones. (i) Soy
aburrido, y a nadie le gusta lo que escribo, o lo que escribo no es de interés.
Las variantes son…no, no tengo variantes. Ahora bien, siendo que el blog anuncia la cantidad de veces que
visitan mis publicaciones, me hace ir por la hipótesis número uno. Lo explico:
si no me leen porque soy aburrido, o porque lo que escribo no es de interés, de
todas maneras los 333 ‘amigos’ de mi FB deberían darle clic a mi link, y así
quedaría asentado que 333 personas entraron a mi blog. Pero no. Sólo figuran las que realmente ven mis
publicaciones, que en el mejor de los casos supera las 45 visitas. Y eso es
“ganancia”. Ahora, tampoco todo es malo. Siendo que no soy una persona famosa
ni destacada en el mundo ‘intelectual’, el sólo hecho de que me lea mi madre,
sería más que suficiente. Pero, ¿lo es? Obvio que no, sino, no estaría
escribiendo esto. De otro lado no creo que mis publicaciones sean aburridas, o
no del todo. Prueba de ello fue una llamadita que recibí de una muy querida tía
mía que hoy vive en Italia. Me llamó, y mientras lo hizo, no paraba de reír a
boca de jarro. Sus carcajadas eran tan sonoras que tuvo que alejar de mi oreja
el celular. «Estoy caminando por la calle
y todos han de pensar que estoy loca, JA JA JA. Me has hecho el día, sobrino.
Sigue así», me dijo. Para mí fue como recibir el premio Cervantes, o una
estrellita dorada en la frente. Una de mis primeras publicaciones fue ´Qué es
la democracia’. Fracasé totalmente. Doce visitas tuvo mi intento de ‘explicar´
qué es la democracia. Pero luego hice otra publicación, una menos
‘intelectualona’ y más cachonda. No, cachonda, no. Vulgar, sí, ‘vulgarona’.
Publiqué ‘Perú. Tierra de aventajados’. Mi primer éxito. No sólo superé, por
primera vez, las 36 visitas, sino que llegué hasta las 225. Ajá. Claro, a
diferencia de fallido intento de explicar la democracia, ‘Perú. Tierra de aventajados’ habla sobre la obsesión
que tiene el peruano (y quizá todo varón) con el tamaño de su parte
reproductora, el pene. Por tanto, y como bien me dijo uno de mis primos, hablar
de cosas sucias sí llama la atención.
De otro lado, no todo el tiempo puedo estar escribiendo sobre pitos o huevos.
Disculpen ustedes, me corrijo. No puedo estar escribiendo sobre genitales. Luego, una de las
publicaciones que tuvo mayor ardor entre mis (sorry que lo diga, no es vanidad,
pero es algo que todo escritor aspira) lectores
fue ‘Juan Pedro’. Tuvo 123 visitas. Menos que 225, pero más de 36. No me quejo,
me fue bien. Pero con esa publicación gané enemigos, ¡y qué enemigos! Entre
ellos uno pelón, chato, y, según me dicen, muy panzón, con aires de matoncito de barrio. Pero esta
publicación no cuenta mucho, pues fue leída por el mismo motivo que la que tuvo
225: MORBOSIDAD. Ahora, lo bueno es que me lean, ¿no? La que se lleva el primer
lugar, y de lejos, es ‘Luis Miguel en Lima, The hits tour’. Obtuvo nada más y
nada menos que 338 visitas, y avanzando. Pero acá tengo la ligera sospecha que
ni mis padres me leyeron, sino, y nada más, los seguidores de Luis Miguel,
quienes como yo, le dan like o pulsan la tecla cuando ven Luis Miguel en sus
ordenadores. Al respecto recibí buenas críticas; todas, obvio, por los fans de
LM. Aún siento que no he pegado del todo con mis ‘lectores’. Y eso a veces me cabrea, me desespera, me desilusiona.
Sin embargo, y cuando estoy a punto de dejar el bote, pienso en mi Maestro Mario Vargas Llosa y en mi Maestro Gabriel García Márquez, y me digo que
al inicio ellos eran como yo (sí, este…disculpen el atrevimiento por semejante
comparación, pero del algo debo aferrarme), unos completos desconocidos que
deseaban una cosa, y nada más: ser leídos. Y lo hicieron, y miren lo que
publicaron, y miren dónde han llegado. Claro, claro, lo sé, lo sé. No voy a
comprar ninguna de mis publicaciones con ‘Conversaciones en la Catedral’ o
‘Memorias de mis putas tristes’, ¿verdad? Qué insolencia la mía, de nuevo.
Luego pienso que quizá no es lo mío, que escribir es sólo un capricho. Que soy un pobre
lenguaraz que cree que tiene algo que contar. Que soy un chismoso más
que disfraza su lengua bajo el pretexto de ser escritor o escribidor. Quizá
sea cierto. Pero, para bien o para mal, me encanta escribir. Y lo haré. Juro.
Seguiré escribiendo pese a todo. Una vez soñé con ser abogado, se burlaron
de mí. Y soy abogado. No el mejor ni el más talentoso (¿Quién decide qué Letrado es mejor que otro?, ¿un juicio
ganado, una oficina en San Isidro, en Miraflores?) Y ahora quiero ser escritor,
y así sea contra mi propia voluntad, lo seré. Demostraré que sí tengo historias
que contar, y que sólo necesito una cosa, que me den la oportunidad de contarle
mis historias. ¿Quién no tiene un sueño? Yo tengo varios (también tengo un
primo que siempre tiene…sueño) Y muchos se han cumplido. ¿Quién no pide una oportunidad
alguna vez? Un joven, desconocido por todos, sin un centavo en los bolsillos,
sin tener donde dormir ni nada que lo amparé, vio una pelea de box, se iluminó
y escribió una de las mejores historias del boxeo; la convirtió en película, y
el film ganó el ‘Oscar’ a mejor
película, mejor montaje y mejor director. Todos lo ignoraban, pero Sylvester
Stallone no declinó. Yo tampoco declinaré. Pelearé para ser escuchado, o mejor,
para ser leído.
Lima, 22 de
noviembre de 2013.
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