jueves, 14 de noviembre de 2013

UNA FANTASÍA ERÓTICA, UNA PELÍCULA, Y UN HUEVÓN.


 
 
 
 
 
 
 
 

 


 
 
 

Hace unos meses fui al cine con esposa –vimos ‘Jobs’, interpretada por el actor Aston Kutcher-, estuvimos más de una hora ...esperando a que se formara fila para entrar; por lo que decidimos esperar sentados en la banqueta que está antes de ingresar a las salas 6, 7, 8, 9, 10, 11 y 12 de Cineplanet, en San Miguel. Una pareja, al parecer también esposos, se sentaron junto a nosotros. Mi esposa y yo conversamos sobre la futura llegada de su hermana, que viene con toda la familia desde la Argentina a pasar fiestas navideñas.

Pasaron veinte minutos y mi esposa se excusó conmigo. Fue al tocador.

Yo, sin saber qué hacer, comencé a mirar a todos lados tratando de hallar algo que me distrajera hasta la vuelta de mi amada; no vi nada salvo los posters de futuras películas prometedoras -como aquella de ‘En llamas’ donde una sensual Jennifer Lawrence sostiene su arco y apunta son su flecha a matar; o aquella donde un diminuto sujeto está en el frontis de una gigantesca puerta de piedra, disfrazada entre rocas y cubierta por una montaña de aspecto lúgubre, donde el miedo se percibe en el ambiente, ‘El Hobbit, La desolación de Samug’, o también aquella donde Keanu Reeves, de cabellos largos y ensortijados, con barbita a lo Jesusito, funge de Samurái mostrando la hoja llena de filo de su nihontō en ’47 Rorin’ -. Pero sí escuché algo interesante.

No era mi intención parar oreja pero así fue: la parejita de junto comenzó a charlar a media voz. El chico, joven y de cabellos negros, le consultó a su esposa, también joven, de piel canela, si recordaba esa película que vieron hace meses atrás, «Esa, donde sale Tomylijons (Tommy Lee Jones) y Merilin Strip (Meryl Streep) haciendo de casados con problemas íntimos, ¿la recuerdas? », le dijo él. «¡Ah, sí! Esa donde el psicólogo es Stefff Carrel (Steve Carell). Ajá, sip, ¿Qué tiene?» repuso ésta. «¿Recuerdas que, como práctica, el psicólogo les dijo que pusieran a prueba y tratasen se cumplir sus fantasías sexuales? (Ajá, asintió la dama con suma extrañeza). ¿Y que una de las fantasías de Tomylijons era tener un trío con la vecina que paseaba los perros…? »

Mi esposa aún no llegaba, pero la picaresca conversación de junto robó por completo mi atención. Estaba embelesado, y, sin temor a equivocarme, sabía con exactitud qué montaña estaba por trepar aquél sujeto. Y el caballero continuó:

«Este…uhmmm. ¿Tú serías capaz de…cumplirme una fantasía erótica?»

Un silencio fúnebre se postró sobre la banca; no los había, pero de haber grillos, sus chirridos hubiesen sido el canto de fondo. La dama no emitía ruido alguno. Devorado yo por la curiosidad, fingí una comezón en mi hombro derecho: volteé de manera discreta, y comencé a buscar aquello que supuestamente me había “picado”. En el aire se percibía un rico olor a canchita –popcorn- recién preparada (palomitas, o pochoclo, como también se les conoce). Se me lleno de agua la boca al imaginarme metiendo mano a la caja de canchita, con su sal respectiva, y, por supuesto, sin la infaltable salsa valentina. Alcancé a ver los ojos de la fémina, quien no le quitaba la mirada a su proponente. Lo fulminaba con su mirar.

El silencio fue quebrado por una voz débil que venía de la garganta de una de las encargadas de velar porque nadie entre a la Sala de cine sin su ticket, «Fila para la sala 7, función de las 6.45, ‘Mejor ni me caso’, por acá por favor», pregonó la desalineada mujer. Al cabo, se oyó al muchacho consultar, como si el silencio mortífero no hubiese sido suficiente respuesta...

«¿Entonces...?»

La muchacha respiró profundamente, enderezó su postura y le soltó un reverendo, pero a la vez exquisito:

«¡ESTÁS BIEN HUEVÓN, ¿NO?!»

La dulce huevoneada no pasó desapercibida por los cinéfilos que marchaban hacia la sala 7, que voltearon a ver a la parejita de junto; alcancé a ver una que otra cara de amargura de algunos padres de familia. Yo, mientras tanto, hacia mi mejor esfuerzo por no soltar carcajada alguna ante el sonoro huevoneo del que fui testigo, involuntariamente. El joven oferente se ruborizó de inmediato, y tratando de borrar la eme que habían formado las espesas cejas de su querida, en tono apacible, musitó:

«Pero amor, ¿qué tiene de malo? Además, no te he dicho que fantasía es»

Era cierto. Tenía (y tiene) toda la razón, él nunca dijo qué tipo de fantasía, por supuesto erótica, se trataba, solamente consultó si su esposa era capaz de cumplirla. ¿Había algo de malo en ello? ¿Había pecado aquel aventurero al hacer tal consulta? No. Pero claro, él comenzó mal.

No debió pues, iniciar con un ejemplo donde la cabeza, boca, labios, manos exploradoras, pies y los muslos de su amada no fueran suficientes. Seguramente como inició con el ejemplo del trio de la película a cual se refería ('Qué voy a hacer con mi marido'), la ofendida mujer pensó que se trataba de una orgía. Algo que nunca sabremos, o al menos yo. Y es que cuando el joven aspirante a seductor concluyó su comentario, ésta, su amada, le devolvió la premisa:

«Cierto. ¿Qué tipo de fantasía dices?»

«Ninguna»

Le respondió él, muy ofendido. Ella insistió pero él se aferró.

«No gracias. Me bastó con tu respuesta. Ahí nomás».

Llegó mi esposa y a los pocos segundos esa misma voz, débil y sin gracia, de la centinela de turno gritó: 'para la fila de ‘Jobs’, por acá, por favor'.

Dejamos a la parejita intercambiando interrogantes. Pobre chico, pensé. Lo huevonearon por ser inquieto, por ser honesto, sí, claro, también por ser un huevón. Quizá él quería un trio, quizá no. Pues hay miles de fantasías como granos de arena en la playa. Dudo mucho que éste joven vuelva a consultar algo semejante. No lo culpo, ¿Quién lo haría?

Entrando ya a la sala, fui asaltado por la misma duda que el huevoneado de fuera; apunto estaba de consultar a mi mujer: -SERÍAS CAPAZ DE CUMPLIRME UNA FANTASÍA ERÓTICA-, pero preferí callar.

Por esa noche, con un HUEVÓN, era suficiente.  

Lima, 14 de noviembre de 2013.                       
 
             
 
 
                  
 
 
                 

 

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